En la perspectiva que te da el tiempo y la experiencia obtenida, me gusta observar a las personas y las organizaciones que conozco con una trayectoria en la que ha habido Adversidades y Conflictos afrontados y superados.
Y si pudiéramos obtener un denominador común de impactos, de energías y enfoques para afrontarlos, de resultados en uno u otro sentido; obtendríamos una cierta sabiduría útil para relativizar sus consecuencias, y sobre todo, para atenuar el desgaste y el sufrimiento.
Ahí va mi pequeña reflexión:
Las Adversidades y un gran número de los problemas no son un asunto personal: desastres naturales, accidentes, bajas o desvinculaciones repentinas de empleados, problemas de salud, acuerdos no cumplidos, ruidos del vecino…
Nos ocurren por una cadena de causalidades que nos es ajena, si bien la pregunta habitual que nos hacemos es ¿Por qué yo?
La respuesta lógica es que esa Adversidad le hubiera podido ocurrir a otra persona u a otra organización y que, por tanto, la adversidad no es personal. Además, casi siempre las podemos soportar, como cierto grado de incertidumbre y caos en el mundo, en la vida.
¿Nuestra mejor respuesta? La conocéis: La mejor actitud para aceptar, comprender y, en síntesis, afrontar las adversidades con serenidad y racionalidad, antes de actuar. Esto nos dará fortaleza o firmeza. Sustine et abstine.
Los más avanzados en esta sabiduría logran convertir las adversidades en oportunidades de aprendizaje y mejora, aprovechan las circunstancias, «la vida corta de las adversidades» para hacer lo que se necesita y ¡adelante!
Los Conflictos tienen una naturaleza distinta. Tienen más afectación personal y relacional, y nos requieren de otro modo. Causados bien por intereses, por roles no aclarados, por principios, por la relación, por el uso de recursos, o por la comunicación…
En los conflictos, además de la serenidad y de la racionalidad, necesitamos una metodología, una estructura de pasos que nos lleven a acciones conscientes, realistas y valientes.
En mi trabajo de talleres y de intervenciones como facilitador–mediador observo la necesidad en los directivos de estar entrenados para el conflicto, y trabajados personalmente.
Los métodos inconscientes y reactivos de afrontarlos son habituales y reconocibles: reacciones de poder-ataque-huida.
Los métodos conscientes que utilizan las personas y equipos que sí están entrenados para afrontar los conflictos muestran grandes dosis de comprensión empática, de paciencia, de respeto, de diálogo ¡y de acuerdos para la acción!
Y tú, ¿cómo está tu entrenamiento para afrontar las adversidades y los conflictos? Si tienes un rol directivo, tu respuesta de afrontamiento estará siendo muy observada…
Nadie nace enseñado ni cultivado. Saludos.
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