Con la comida y el ritual de comer en su forma tradicional, La cantina de medianoche: Historias de Tokio, nos muestra cómo los clientes establecen una relación, comparten anécdotas, risas o penas.
La gente pide lo que quiere, la carta es solo una indicación, y si el cocinero («El Maestro») tiene los ingredientes, te lo prepara.
Esta serie es una escuela de inteligencia relacional: de intimidad, de conexión, de vulnerabilidad, de ausencia de interés o juicios moralistas… ¡lo cotidiano como esencia de la vida!
Solo las personas, la comida, y el contexto que crea el Maestro ¡un líder-servidor fascinante!
El resto, surge de forma natural: nuestra naturaleza prosocial, nuestra necesidad de sentirnos aceptados, escuchados y comprendidos en nuestras necesidades, nada más.
Me conmueve la humanidad, la sencillez y la profundidad e impacto que tiene La Cantina de Medianoche en los clientes.
En nuestro Programa de Liderazgo enseñamos que, cuando la relación es generosa -desinteresada, sin juicios moralistas, etiquetas, comparaciones o exigencias- nos sentimos profundamente humanos para aceptar o pedir ayuda, para aprender y cambiar.
El líder, el cocinero al que los clientes llaman «Maestro» es una persona sensata, prudente y discreta, ¡y además cocina de maravilla!
Mírenla sin expectativas, solo observen y sientan… ¡Nada más!
Saludos. José Joaquín Marí.
PD. ¿Cómo sería la comunicación, el respeto y la confianza en los equipos de nuestras organizaciones, con conversaciones y relaciones tan auténticas como las que observamos en «La Cantina de la Medianoche»?
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